sábado, septiembre 05, 2009

Educación y tecnología




Últimamente he leído algunas entradas en blogs y en periódicos a cerca de la incidencia de las nuevas tecnologías, del uso de éstas para ser más exactos, en la educación y las capacidades de aprendizaje de la juventud de hoy en día.
Una de las mayores críticas que había hace unos años (yo aun frecuentaba las aulas) era que con el sms y los emails, los chavales nos íbamos a olvidar de escribir porque nos comíamos letras, cometíamos faltas de ortografía, sin ningún control ni censura. (¡¡¡SACRILEGIO!!!)
Algunos sectores llegaron a calificarlo casi como el apocalipsis de la escritura. Bueno pues hoy, no solo no ha sido así, sino que algunos estudios ya empiezan a exponer todo lo contrario: un aparente resurgimiento en la habilidad para escribir (leed la entrada de Enrique que es muy interesante). La gente se anima a escribir en blogs, comentarios de noticias, foros, etc, haciendo del lenguaje escrito una manera más de comunicación en sus vidas, cosa que hace, digamos… una década, era impensable.

Otra de las posiciones en contra, atribuyen a la tecnología, el que la juventud no hace esfuerzos para estudiar y asimilar conocimientos como antes. Critican fuertemente el recurrir a Google para hacer cualquier consulta, que antes, se sabía de memoria porque había que estudiarlo, no como ahora.
….
¡Claro!.
Y bendito sea San Google, y la Santa Madre Wikipedia, que nos ayuda en todas las facetas de nuestra vida: información al instante sobre lo que quieras y donde quieras. ¿De verdad alguien cree que esta poderosa herramienta, no debería ser obligatorio enseñarla y, por tanto, utilizarse en las aulas?
¿Influye negativamente que, en un examen de matemáticas, un alumno tenga acceso al Teorema de Pitágoras para que haya desarrollado su capacidad de entendimiento matemático y por tanto poder resolver el problema planteado?
Imaginaos, los que ya tenéis una edad, o no tanta, cuanto tendrán que cambiar los exámenes (si es que no lo han hecho ya), para qué, a los alumnos se los evalúe por su capacidad de raciocinio, comprensión y síntesis, y no solo por la cantidad de conocimientos que ha sido capaz de grabar en su memoria.
Lo que quiero decir con todo este rollo es que creo que el esfuerzo (sobre todo el memorístico) puede ser un mérito, algo encomiable, pero no debe ser nunca un fin. En la etapa escolar el fin es aprender y entender una serie de conocimientos que utilizarás en la vida adulta. En un trabajo, el fin es lograr unos objetivos marcados, no esforzarte mucho en conseguir alcanzarlos. El esfuerzo no está recompensado, la recompensa está al llegar a la meta de primero. Con o sin esfuerzo.

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