Se acerca el Día de Todos los Santos, el Día de Difuntos, Halloween, Samhain, o como lo quieras llamar, y mira tú por dónde… al final todos, en toda la cultura occidental, celebramos lo mismo. Bueno, es cierto, hoy (casi)nadie celebra ninguna conexión de ningún tipo, simplemente es un día festivo (no este año) que se aprovecha bien para hacer el ganso o para descansar.
La celebración del día de Difuntos, tiene su origen en la cultura Celta, que celebraba el Samhain (fin de verano). Este día, celebraban el fin del verano y la llegada del invierno, que lo denominaban estación oscura. Durante esa noche, a los muertos les estaba permitido volver a ver a sus familiares y esos a recibir a sus muertos. Los vivos, para que los espíritus encontrasen el camino hasta sus casas, cogían un nabo, lo vaciaban, metían dentro una vela y, de este modo, les indicaban el camino para que no anduviesen errantes por el mundo de los vivos.
El All Hallow’s Eve (Día de todos los Santos en Inglés) emigro desde Irlanda a Estados Unidos, donde en vez de nabos había calabazas y donde la evolución del lenguaje lo transformó en Halloween. Al mismo tiempo, en Europa la Iglesia Católica hizo suya la celebración pagana, transformándola en religiosa y la rebautizó como Día de todos los Santos, conocidos y desconocidos.
Sin embargo en Galicia, la costumbre de las calabazas se ha seguido manteniendo en algunos lugares, lejos de la influencia de la televisión y el marketing norteamericano: “Rafael López Loureiro, maestro de escuela de Cedeira (A Coruña) fue el responsable de redescubrir esta tradición y comprobar que existía por toda Galicia hasta hace menos de treinta años. Además, también comprobó su pervivencia en el norte de Cáceres, alrededor de la zona en la que están situadas las aldeas de habla gallega, y en zonas de Zamora y de Madrid. Además, este estudioso analizó la relación de la costumbre de las calabazas con el culto a la muerte y a semejanza con las tradiciones hermanas de las islas británicas. Hasta llegó a detectar peculiaridades como la de Quiroga (Lugo), donde la calabaza tallada se seca y se conserva para usarla como máscara en el Entroido. Su trabajo sobre esta tradición, recogido en el libro “Caliveras de melón” (calaveras de melón) y en otra de posterior aparición, empezó aun ahora a llamar la atención de los antropólogos.” (Extracto literal de la Wikipedia)
Y como decía al principio, todos celebramos lo mismo, la unión de la vida con la muerte, al menos, durante una noche.
Que nadie se asuste…
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